Archivo del blog

jueves, 19 de agosto de 2010

-Fic- 13 muertos [2]






-¿Dónde estoy?-  Me desperté en medio de la nada, o bueno, eso parecía cuando abrí los ojos.  Luego me percaté de que estaba en un... laboratorio o algo así. 
Me levanté mareado de lo que parecía ser una camilla blanca casi sin poder mantener el equilibrio y me apoyé en un muro blanco que se encontraba cerca. Levanté la mirada casi sin fuerza, aquello no era un laboratorio normal.
Los estantes de las paredes estaban llenos de cajas pequeñas de cristal que contenían luces de colores de una intensidad flipante, y solo había eso. En las miles de mesas blancas que debería haber allí, solo podía distinguir  esas cajitas, miles de ellas, todas con luces de distintos colores, tamaños e intensidad. 
Pero ¿por qué perdía el tiempo observando eso? ni siquiera sabía por que estaba allí ni como había llegado.
Me dispuse a buscar a alguien cerca, pero esa habitación parecía no tener final. 
Caminé mareado apoyándome en cada una de las mesas blancas que encontraba en mi camino y analizando las luces que me rodeaban... el dolor de cabeza y las náuseas que sentía no se habían desvanecido, además tenía la garganta seca y me lloraban los ojos. No entendía absolutamente nada.-¿Hola..? -Quise preguntarlo en voz alta, pero la voz me falló y empecé a toser sin poder parar.
-¡Hola!
¿Una voz?  era lo que menos esperaba escuchar.  Cuando conseguí detener la tos me retiré las lagrimas con el dedo y miré hacia el lugar de donde había salido la voz que me saludó.
-¿Quién...
Un hombre, no, un joven, de unos veinte años. No era humano, imposible, no podía serlo. 
Su pelo era extremadamente largo, lo arrastraba por el suelo junto con su larga túnica verde que caía por sus brazos y dejaba descubierto gran parte de su pecho.  Su piel era clara y brillante, y sus ojos enormes y de un color indefinible entre el rojo y el castaño.  
No quiero sonar gay ¿vale? pero era... bello. Joder, era como un ángel.
El tipo me sonreía sarcásticamente, estaba tumbado en un sillón negro que contrastaba en mitad de la sala blanca.
-¿Quién eres..? -Pude decir una vez que terminé de analizar lo que veía.
- Hm,  me suelen llamar ''tío bueno'' , ''macizo'', ''bombón'' y demás sinónimos de belleza- ¿Qué estaba contándome el flipado este?-  pero por ser tú, te dejaré que me llames Dios.
-¿Pero de qué hablas imbécil? No voy a llamarte dios - Este tío no me iba a molar... - Ni siquiera sé quien eres, fijo que eres un pringado flipadillo que se las da de ''super man '' o algo así.
-¿Qué dices niñato insolente? - Me miró con un gran asco echando hacia atrás la cabeza de forma despreciante y apoyándose en el respaldo del sofá - uff... me tenía que tocar un típico adolescente que no moja y se cree mas guay que nadie.
-¿¡Qué?! ¿¡ Cómo que ''que no moja''?!  ¡Pero de qué vas! - Me lancé hacia él en un impulso de agarrarle, estrangularle y asfixiarlo hasta matarlo, pero sin casi darme cuenta me vi estrellandome contra la pared a mi espalda -  ¿Q-qué...? 
Él estaba con la mano extendida hacia mi iluminada con una lucecita como las que estaba en las cajas. Acaso.. ¿había hecho magia? ¿Me había lanzado él contra la pared sin ni siquiera tocarme?
La espalda me dolía como si se me estuviera cayendo a trocitos casa hueso de mi columna y fui incapaz de levantarme.
-¿Cómo has hecho eso...? agh -escupí saliva con un poco de sangre.
-¿Qué esperabas? ¿Que te diera un beso? ¡Venías hacia mi con intenciones de estrangularme! eres un chico malo... -me guiñó el ojo, sonrió y se levantó con cuidado del sillón haciendo flotar su larguísimo pelo por un segundo y ajustando su ropa delicadamente. Se acercó a mi lentamente luciéndose y mirándome aún con desprecio. Me acarició la cabeza despeinándome y me extendió la mano. 
-Anda, levántate niñato.
Agh odiaba su mirada de superioridad y sus movimientos excéntricos.  Agarré su mano y me levanté torpemente, soltándola con fuerza cuando conseguí ponerme en pie.
-¡¿Quién eres?! ¿¡Por qué me has traído aquí!? ¿¡Qué demonios quieres y por qué hay luces por todos lados?!
-Eyy... tranquilo baby, son demasiadas preguntas a la vez. Vayamos a hablar a un sitio mas tranquilo. 

No conseguía entender como salimos de la habitación. Me pareció ver como formaba una puerta con la luz extraña de sus manos y la atravesábamos sin ni siquiera tocarla. Aparecimos sin darme tiempo a pestañear en una sala enorme llena de cuadros que ilustraban mujeres desnudas... estanterías llenas de libros y una mesa acompañada de dos tresillos con dulces y  café sobre ella.
-¡Esta es mi sala preferida del castillo! ¿Te gusta? - Se apartó el pelo de la cara con aires de grandeza  y una sonrisa plena en su rostro- ¿A qué es genial?
-¿C-castillo? ¿Estamos en un castillo? - Miré a mi al rededor sorprendido.
-Siéntate y tomemos un café, nos queda una laarga tarde.

No se cuántas horas estuvimos hablando, y cuántas me costaron entenderlo todo. Al principio no quería creer lo que estaba contándome ¡debía ser una broma!
Me dijo que se llamaba Kurogane, y era el Rey/Dios de ''Light Elements'', uno de los diez mundos del universo y el único con recursos mágicos para vivir.
Me había recogido de la tierra cuando estaba en medio de un ataque de otro de los mundos, estar allí por ahora no sería nada seguro.
¿El por qué de ese ataque? Los mundos están enfrentándose unos con otros para conseguir el poder de ''Light Elements'' y utilizarlo para el provecho propio. Una guerra universal por el poder y la magia.
El mundo de Kurogane utilizaba la magia como recursos, para conseguir comida y agua y las cosas imprescindibles para vivir. Algunos aprendían hechizos de defensa propia o curativos, pero estaba prohibido utilizarlos egoistamente o para conseguir algo innecesario de capricho. Para ello trabajaban como el resto de mundos y manejaban dinero justamente.
Cuando pregunté el por qué me contaba esto a mi y por qué me había rescatado solo a mí, sentí por primera vez en toda esta extraña experiencia miedo,mucho miedo.
-Eres el guardián.
-El guardián... 
-Sí.
-¿El guardián de qué, Kurogane?
-Eres el guardián de los elementos.
- ... elementos... 
-Sí, fuego, aire, agua y tierra. ¿¡Tengo que explicártelo todo!?
-Cállate idiota, sigo sin entender nada y tú no me ayudas.
-Necesitamos defensa si no queremos que nos roben nuestras piedras elementales, que son las que nos dan la magia desde el interior de la tierra. Es casi imposible acceder a ellas, pero no lo es del todo. Los mas poderosos de otros mundos idearán la manera de acceder a estas y quitarnos todo lo que tenemos en este mundo. Para ello necesitamos a ciertos guardianes que puedan usar la magia como ataque y poder, y uno de ellos eres tú. Ni siquiera yo puedo usar mi poder si no es para algo muy muy imprescindible, como el fin del mundo o algo así. -Sonrió- porque mi poder es muy fuerte y genial, ya sabes.
- ¿Y si te digo que aún no lo entiendo muy bien?
-Te diré que eres imbécil.
- Nah, lo entiendo. Pero, ¿y yo qué hago?
-¿No te lo he dicho ya? Tú nos protegerás de los ataques enemigos.
-Yo no puedo, no tengo magia tío, ni siquiera creo en ella, y no se karate ni ninguna arte marcial, asi que puedes ir buscándote a otro... yo no soy capaz ni de matar a una mosca.
Kuro suspiró.
-Ains... los niñatos de hoy en día... Yakei, no se trata de buscar a otro. Nadie más tiene ese poder que tú tienes, eres el guardián, naciste con ese poder. Solo tú puedes salvarnos.
-¿Pero qué dices...? oye tío ya en serio, si te estás quedando conmi...
-¿De verdad crees que hablo en broma?
Le observé con su aspecto de ángel y su sonrisa de ''ser superior''.
-Sí, de verdad... solo me das la impresión de ser un pringado sin otra cosa que hacer que inventarse historias fantásticas.
Kurogane se levantó, cerró los ojos y de repente toda la habitación empezó a brillar con una de esas luces , verdosa y un brillo increíble.  Esta se fue apagando y cuando lo hizo, cayó de algún lugar una lucecita con el mismo color como las de las cajas de cristal.Me percaté de que era en realidad una piedra que desprendía luz.
Kurogane abrió los ojos y la cogió con firmeza, se acercó a mi y me miró.
-Extiende las manos.
-Oye ¿cómo...
-Extiéndelas, niñato de mierda.
-''Será gilipollas...'' -  Extendí las manos y dejó caer la piedra en ellas.
-Fragmento de la piedra elemental del viento. Solo con este fragmento en tu poder podrías destruir el mundo humano. Con la piedra completa en tu poder, incluso el universo. Es la más poderosa siempre que sepas manejarla bien.
-¡Pero yo no la quiero! ¡No quiero tener este poder en mis manos! soy un niñato irresponsable , núnca sabre utilizarla tío... y no quiero cagarla, menos con esto, que ni siquiera entiendo del todo de qué va.
-Yakei, no puedes dejarme tirado. Tú tienes este poder y solo tú puedes utilizarlo, por favor, no dejes que destruyan mi mundo... está lleno de chicas guapas... ¡Puedo presentarte algunas! 
Reí. En realidad, no era mal tipo aunque me diera asco profundo.
-P-pero... ¿yo solo?... 
-¡No! ¡Claro que no! No dejaría mi mundo nunca en las manos de un solo niñato como tú. Ven conmigo.

Le seguí por un interminable pasillo hasta una puerta con una cerradura de oro que abrió de nuevo con esa luz que salía de su mano. Tras la puerta, esperaba cualquier cosa menos a ellos.

-Fuerte y decidido, como el fuego, Yu Fujiwara.
Mi primo sonrió con decisión y me miró transmitiendo un '' ánimo ''.
-Dulce y traviesa, como la propia tierra y naturaleza, Yuki Strawberry.
Yuki dio un salto saludándome con la mano y con su siempre sonrisa espléndida en la cara.
-Frío e inaccesible como el agua, Takeru Aoi. 
Takeru ni siquiera me miró, su mirada observaba el suelo con su habitual tristeza. Ya no era el que parecía haber sido estos días.
Y contigo, el viento, formáis los cuatro guardianes elementales que protegeréis Light Elements.
-¡Chicos! -Me acerqué corriendo y abracé a Yuki- ¿vosotros también...?
-Nos han explicado todo con detalle y ¡no podíamos negarnos! ¡¡somos como unos defensores de la justicia Yakei-chan!! y yo seré la chica de la pandilla de la que todos se enamoran! - a Yuki parecía encantarle esto- ¡Ademas asi estaremos mas unidos! dicen que nuestras familias han sido informadas de que estamos en un lugar seguro de los ataques a la tierra, asi que podremos estar aquí el tiempo que queramos.

Nuestras familias... pero ¿y el colegio? ¿qué pasaría con la gente que estaba en la tierra? tenía muchísimas preguntas en la cabeza. Pero ninguno de los demás parecía tener alguna duda.

-Bueno chicos, es la hora de probar vuestros poderes. Para ello necesito la plena colaboración de los cuatro.
-¡si! -Yuki dio saltitos de emoción.
-Bueno, veamos de que va todo esto... -Mi primo no parecía creerse nada del todo.
Takeru no abrió la boca en ningún momento.

-Chicos- Kurogane se puso serio por primera vez desde que le había conocido ese mismo día- Necesito que juntéis vuestras piedras elementales, cerréis los ojos y les transmitáis todo vuestro poder.
-P-pero qué ...
-Cállate Yakei-Me interrumpió Yu- hagamoslo.

Todos juntamos nuestras manos y cerramos los ojos.
No se cómo, pero sentí como transmitía esa fuerza de la que ni siquiera me creía su existencia. Todo parecía ir genial, todo esto, tan surrealista... 
Una enorme luz se creó en nuestras manos y empezó a crear lo que parecía una enorme aura en el suelo.
Brillante, de miles de colores, que transmitía un calor indescriptible... era como la luz hacia el más allá, como si dentro de esta hubiera un mundo... un paraíso...
que desapareció.
-¿Eh?- Yuki parecía decepcionada- ¿Qué ha pasado?
-¡Esto no funciona! -grité.
Pero Kurogane parecía también sorprendido. 
-No lo entiendo chicos... ¿Me habré equivocado..? Quizás alguno de vosotros no sea el verdadero portador de la piedra... o.. no, no.  Era como si faltara un poder para poder crear el conjuro completo. 
-¿Un poder? Pero solo hay cuatro elementos, ¿no?

-No.

Nos giramos, y no podía ser otra que ella.
Nami.



No hay comentarios:

Publicar un comentario